Cuando me acuesto

ventana y libro

Cuando me acuesto, y la noche me envuelve, extiendo los brazos hacia lo desconocido y me sumerjo en el descanso. Al despertar y recibir los primeros destellos, me conecto con la gratitud del día que amanece. Abro mis brazos y alzando la voz miro al cielo, y digo: Gracias Padre, por tanto, detalle.

A menudo, nos perdemos en preocupaciones triviales y conflictos innecesarios, olvidando la maravilla de estar vivos.

Es cierto que a veces, la sociedad o las circunstancias nos empujan a actuar de manera negativa o competitiva, y tratamos de llevar al otro al límite, como si la maldad o la bajeza nos hiciera inmortales. Sin embargo, es un recordatorio poderoso que la verdadera riqueza yace en las relaciones armónicas, en el conocimiento y el apoyo mutuo.

Cada día es un regalo y una oportunidad para crecer, aprender y contribuir con nuestro entorno. Reconocer el valor de cada momento y ser conscientes de la brevedad y preciosidad de la existencia.

Por ello repito una y otra vez: Gracias Padre, por tanto, detalle. Cada minuto de vida es el regalo más grande que nos otorgas, pero no estamos educados para comprenderlo.©

Raysa White Más

La travesía

manos-durero
Manos, grabado de Alberto Durero.

En la próxima batalla, llevaré el arma de mi Fe. En los preparativos para el combate, la Soledad será mi compañera. Y aún cuando mi destino fuese quebrarme en el camino, enfrentaré al destino. Ni huracanes ni rayos ni los vientos tortuosos impedirán que un nubarrón empañe la inocencia nacida en el amor de Dios. Y en cada latido de mi ser, en cada inspiración que escape de mis pensamientos, con esa intensidad que desafíe al azar, conseguiré la conexión Suprema.

Amado Señor, he tocado tu ropa. Que mi Fe y mi Soledad, esas buenas amigas, me acompañen, en el abrazo eterno a Tu Presencia. 

Raysa White Más

Un poco de cine, de arte… y de la extraña y sangrienta indulgencia

raysa_white_anotaRaysa White ©                                                             Resulta que algunos de los más notorios asesinos han revelado ser dueños de una asombrosa sensibilidad.

Conocí de uno atroz en Cuba que lloró cuando murió su pajarito. El hombre que amaba a los perros, a propósito de la nueva onda Padura, era nada menos que el asesino de Trotsky. Calígula profesaba una gran predilección por su caballo, Incitatus, y llegó a creer que era de los pocos que le querían de veras. Y Hitler adoraba a su perra Blondi, tanto que fue la primera que probó el cianuro de potasio, cuando se despidieron él y Eva, de este ingrato mundo.

Y, aunque parezca paradójico, hay alguien que al final insiste en que se conozcan esos buenos sentimientos.

Jerusalem_Festival_of_Light_2015Traigo esto al caso pues me entero por ABC de España que la Ministra de Cultura y Deportes de Israel, Miri Regev, ha provocado un aleteo a lo Hitchcock con su amenaza de suspender la subvención al Festival de Cine de Jerusalén si no retira de su programa -por considerarlo antipatriótico- el filme “Al límite del miedo”, documental que describe la faceta humanitaria de Igal Amir, asesino del primer ministro Isaac Rabin (1995), y la calidez de sus relaciones con su esposa Larisa y su hijo Yinom.

A estas alturas, los organizadores se debaten entre la inmolación de un evento o el derecho a defender la existencialidad del arte, no importa la escoria de su contenido, sino la realeza estética del soporte o altura del lenguaje conque lo abominable se presenta, (lo cual está por ver) y a lo que la Ministra no se opone, pero como israelita al fin, no le gusta discutir. “Te quito la papa, y punto”, lo que no deja de ser más que convincente.

Al límite del miedo”, material que compite en el Festival, es una coproducción israelo-ruso-letona.

A los que gustan enterarse o valorar este tipo de esfuerzos, les recomiendo estén al tanto de cuando lo suban a You Tube, porque me parece que en el Festival de Cine de Jerusalén, puede que le cierren taquilla.

Agradecemos tu opinión y valoración de este texto.

El artículo fue ideado y escrito por la periodista cubana Raysa White. Está registrado en Derecho de Autor, la copia mínima de cualquiera de sus líneas constituye delito y será notificado a las partes legales competentes. Puede ser reproducido si se mantiene el debido respeto a la autoría del mismo. No es necesario hacer publicidad a la fuente.

Ser Alguien o ser Nadie, Chomsky tiene la respuesta

La tonta de la colinaRaysa White

Acabo de encontrar en mi almacén de ebooks –comentario aparte: un conteiner que para leer, no me dará ni con siete vidas- la obra de Noam Chomsky El control de los medios de comunicación, que de oportuno me causa hasta sorpresa. Chomsky no es de mis venerados. A veces se recuesta demasiado a ciertos muros y eso le contamina su visión.  Aclaro, y con cierto recato, a veces. Si apuntamos a ser fríos, Chomsky no será un iluminado, pero en sus análisis se aprecia una cruda objetividad.

noam_chomskyLo que admiro, reverencio, de Chomsky es su estilo diáfano de tomar la paleta de la res, y con un finísimo escalpelo, diseccionarla; separando cuidadosamente los filetes hasta dejar el limpio hueso. No hay adeudo con nadie ni con nada que no sea su misión de depositar sobre la mesa la fina lasca, lista para degustar sin ningún aderezo ni truco culinario. El texto que motivó este comentario, desde luego, “El control de los medios de comunicación”, vino a dar validez a la postura que mantuve por mucho tiempo, en mi segunda juventud y fue, el derecho de asumir ser NADIE, algo que decidí por reflexión propia, quiero decir, sin haber leído a Chomsky. Puesto que ser ALGUIEN implicaba para mí, en el contexto en que me desenvolvía, el ser reconocida por un grupillo de pajuatos y pajuatas, cuya autoridad aun reside en su adherencia al contagioso y destructivo estribillo que dice: “… ¿están de acuerdo?…Sí, señor…”; compuesto y musicalizado por la arrolladora banda del poder, de cuyo compás, no es bueno separarse. Digo, no es bueno para quienes aspiran a ser ALGUIEN. Aquellas personas cuya pasión se encauza con la utopía de construir una sociedad más justa o por lo que tanto maullamos, una sociedad mejor, lo idóneo es ser NADIE.

La reflexión de Chomsky, para decirlo de algún modo se fragmenta en nueve pautas –curiosamente en la Cábala el número 9 está relacionado con la NADA-, y son las siguientes: Primeros apuntes históricos de la propaganda La democracia del espectador Relaciones públicas Fabricación de la opinión La representación como realidad La cultura disidente Desfile de enemigos Percepción selectiva La guerra del Golfo

Y si le quitamos su toque tendencioso hacia el ala izquierda encontramos un valioso y depurado informe, diría mejor, revelador informe sobre las técnicas de manipulación de la información manejadas y usadas desde Goebels hasta la GFVT.

A los que nos compete opinar, nos toca también elegir en qué combo tocamos, si en los que quieren ser ALGUIEN o en los que les da lo mismo ser NADIE. Y de la posición en que nos coloquemos depende el que nuestras intenciones tengan un valor efectivo. Si a NADIE le interesa,  -pues deduzco que a ALGUIEN probablemente no. Recomiendo la lectura de este texto, válido, no sólo para los comunicadores, sino para toda aquella persona que se sienta responsable al hacer uso de la palabra.

Noam Chomsky: el control de los medios de comunicación mirarlo en este enlace y, si te apetece, copiarlo completo en tu computador. Agradecemos tu opinión y valoración de este texto.

El artículo fue ideado y escrito por la periodista cubana Raysa White. Está registrado en Derecho de Autor, la copia mínima de cualquiera de sus líneas constituye delito y será notificado a las partes legales competentes. Puede ser reproducido si se mantiene el debido respeto a la autoría del mismo. No es necesario hacer publicidad a la fuente.

El terror se llama Rocky

raysa_white_xpresateRaysa White

Los hombres están entrando en pánico con lo del robot. Dulce, cariñoso, complaciente. 5 pulgadas y por amor. Se llama Rocky. Eso no es lo que mami crió en casa para tí.

Madres del mundo, cambien la educación a sus hijos porque Rocky está dando la hora. Ninguna va a querer al tuyo. «Echese, pallá, chucho», van a decirle a tu hijo. No importan los argumentos, después que prueban a Rocky, se acabó el querer. Y baratico. Sólo por 1,500 fulas. El hijo tuyo le cuesta más. Y, por contra, hay que quitarles y ponerles los zapatos, aguantarle olor a cigarrillo y romo; al 60%, piñazos, patadas, trompadas en el ojo, y con buena suerte, su mal carácter.

Madre, si amas de verdad a tu hijo, edúcalo para que sea un marido del futuro. No lo uses para tu venganza personal. El también merece una buena esposa. No hay manipulación posible, que si la carne es la carne, que si aquello es aquello… que lo otro, es lo otro… ¡Rocky está acabando!.

Tengo una amiga que ya se lo compró y me dijo: «Después de la primera noche, Raysa White, le dije a los dos, a mi marido y a su santa madre...E´ pa fuera que van. Ahí les llamé el Uber

«Ay, qué fuerte, Fulanita», le comenté.

«Aaaah, y qué tú quieres, esta casa la estoy pagando yo. Con Rocky hasta el fin del mundo»

La versión masculina es menos costosa y, al parecer, ha resultado tener mejor factura.

Véanlo, qué chulo:

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Ella se siente en el Nirvana; además, lo gobierna. ¡Una felicidad! Sólo tiene un defecto…las pilas. Si se te olvidó cargarlas y se va la luz ¡cuántos improperios para Rocky! Pero él ahí, como el negro de la guaracha, mirándola fijo a los ojos sin una réplica.

Conecta el enchufe de las baterías. Mientras que lo insulta ¡Carga! Y cuando Rocky está cargadooooo… ¡Qué se pare la bola, ja! ¡Qué se vuelva a parar, ja! ¡Qué se siga parando, ja!

Nada, que le pegues con Rocky, mija. Porque nadie es perfecto y mejor que así, lo perfecto decía mi profesor de anatomía, es enemigo de lo bueno.

Vamos, nené, tú te lo sabes…y lo que se sabe….. te lo sabes también.

Las buenas intenciones

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Recostada a una de las sillas, debajo de las sombrillitas que adornan el muro del malecón en la ciudad primada, leía una nota de alguien que se firma The Hamiltong girl, sugiriendo como podía ayudarse en Navidad a los sin techo.

La nota exhortaba a cada familia que pudiese componer su cena, les sacara un plato.

A decir verdad, estas son ideas tan brillantes como freír la manteca o la de aquel joven poeta, que para apoyar la educación del dominicano proponía se le impusiese como impuesto a cada turista traer un libro.

¿Se resuelve algo?, comenté en voz alta, y un jovenzuelo que miraba codicioso, los trozos de carne que adobaba la señora de un negocito ambulante, me respondió con estudiada laxitud:

  • No se resuelve nada con un plato en Navidad a los sin techos, señora, al otro día estarán hambrientos de nuevo. Esa situación demanda otro tipo de acción.
  • Eso mismo pienso, mijo. Habría qué ver el tipo de acción,  porque a decir verdad….cuál se le ocurre a Ud, por ejemplo.
  • Una Revolución.

Me quedé pensativa. Decenas de imágenes pasaron por mi mente. Puro cinemascope.  Nada de sacar lunetas ni pagar primeras filas. La película estaba ahí, y con entrada gratis.

El mar  calmo, dejaba degustar el horizonte.

Con la misma ansia del joven hambriento, un grupo de muchachones, desde el muro, se tiraban a la poceta sin medir su profundidad. El paisaje tenía un color perfecto.

Compre las frituras y salí caminando hacia casa a preparar la cena de Navidad y sacarle, desde luego, no uno, sino quince o veinte platos a los sin techo.

Raysa White

27 de diciembre de 2014

MI MALTRECHO MARTI

Por Raysa White

En su natalicio.

josemarti1Hace más de veinte años, en afanes de trabajo entré a grabar al Museo de Guanabacoa, un municipio al norte de Ciudad de La Habana. Después que terminé el encargo, pasé a uno de sus salones, que llevaba tiempo empeñada en visitar: la sala de José Martí. Vi los grilletes de cuando transitó por las canteras, las fotos, unas cartas; y encerrado dentro de una vitrina me llamó la atención un traje pequeñísimo, de talla estrecha, que más bien parecía la ropa de un adolescente. Sin embargo, una tarjeta decía que era el traje que José Martí usaba cuando vivía en Nueva York. Mi cuerpo se enfrió, salí al patio y me senté en un murito de ladrillos rojos a cavilar. Aquel traje se impactó en mi memoria. Por ella desfilaron las imágenes de un hombrecito, cabeza inclinada bajo la lámpara garabateando afanoso la hoja de papel, muchas hojas de papel, pomo de tinta, pluma mojando en tinta, uno, dos, tres, cuatro horas de la madrugada. Piernitas ligeras atravesando calles; cuerpo embasado en semejante chaqueta, digna de similares zapatos, tiritando de frío. Entrega de un sobre al director de un periódico, en espera de un salvador ¡APROBADO! para pagar la renta. Piernitas de nuevo subiendo escalones, baja calefacción porque el dinero no alcanza. ¡Cómo matar este frío que se apropia de mis huesos y un hambre que no se me desprende del estómago! Breve discurso aquí, largo y pasional allá. Cuerpito desplomado en el camastro. Ojos de ensueño. Feroz cansancio.

Por cierto, no vi la debatida botella de Ginebra que han advertido algunos detractores. Seguro estaba allí ¡por Dios, con ese frío! ¡Y esa hambre! Sobre una mesa o en algún lugar del piso, debe de haber estado, pero no la vi. Lo que vi fue la sombra de un gigante recostado al sillón con aquel trajecito, y me preguntaba cómo podía ser posible que de tan febril agotamiento hayan salido versos antológicos, frases geniales, pautas políticas, manifiestos de vida, y las grandiosas bases del Partido Revolucionario Cubano. Sólo un dios puede conseguir titánica hazaña. Lo vi después conspirando con Gómez, pujando con Maceo, envuelto en rabia, ansioso, de pasión inflamado, humilde como un niño, fiero como un leopardo, escrutando en alta mar el cielo negro, saltando sobre la arena de Playitas, abrazándolo todo con aquellos bracitos como si las playas y los montes cubanos fueran suyos. Finalmente aquel gesto imprudente de morir cara al sol.

Yo quería a Martí, al de los libros, al que estaba en el busto de la escuela, al de La Edad de Oro ¡qué historias tan hermosas! Lo quería ¿por qué no? Como se quiere al compañero de pupitre, o al vecino, por simple cercanía. Pero ese trajecito del museo ¡qué cosa! lo trastornó todo. Un sol contra la vida encarcelado en un traje zurcido. Sólo en alma, espíritu batiéndose; desarrajando montes, derribando murallas. Fue ahí exactamente –ni antes ni después- en que empecé a quererlo, dicho de modo íntimo, como se ama al amor de la primera vez. Un traje. Se dice y no se cree. Una simple prenda de vestir pudo abatirme el músculo. Revolverme el misterio.

Y así, cuando en mi mente la angustia comienza a apagar los candiles –esos momentos raros en que el nervio se afloja-, me abrazo a la memoria de aquel traje como el niño a su madre, desnuda e indefensa; o temblorosa y leve, como el agua a su pez. #RaysaWhiteMas

Ven, Bola, toca este piano

boladenieveEsta noche tu piano está vacío
y suelo imaginar que tu voz
se recuesta en mi hombro
como cuando era niña
la figura apoyada en la vidriera.

…tengo las manos tan desechas de apretar

Ven, Bola,
tu teclado está aquí
mete tus manos
toca.
Hay un ruido cuajado en cada espacio
entre mis huesos y un frío
como nubes duras y una lluvia
feroz que nos consume.
Por sobre mi ventana está lloviendo
Mordiendo el cristal roto.

…yo que he luchado contra toda la maldad

sólo quiero que vengas y destroces el piano
tecla a tecla el corazón me arranques

…no te detengas a mirar
las ramas muertas del rosal

Ven, Bola, por favor, toca este piano
también yo estoy tapándome los ojos
en lesa cobardía
también la mezquindad me hace perpleja.

…Tú
que llenas todo de alegría y juventud
que ves fantasmas en las noches de trasluz

y esa nefasta cuerda
corriendo por mi cuello

…y oyes el canto perfumado del azur

Tu dolor es un disco
gangueando entre las vueltas la gastada aguja
rayándote la placa

Tal vez puedas subir el dial del corazón
Tal vez puedas subirlo
Porque hay grande aguacero

…vete de mí

Esta noche estoy con los fantasmas

…seré en tu vida lo mejor
de la neblina del ayer

derrochando mi amor de pájaros y yerbas

…cuando me llegues a olvidar

quizás no sea el amor que necesitas
pero es amor al fin
amor del bueno

…mira el paisaje del amor
que es la razón para soñar

Esta noche yo siento que estás cerca
Y no quiero estar dormida cuando llegues

…y amar

Ven, Bola, por favor, toca este piano
Por suerte junto a ti no tengo miedo

…Yo que he luchado contra toda la maldad
tengo las manos tan desechas de apretar
que ni te puedo sujetar…

A Bola de Nieve lo he recordado en dos poemas: Ven, Bola, toca este piano -que da título a esta entrada- y otro que forma parte de Cinco cuentos de amor y un adulterio, el poema:

IV

Hoy vino Dios, Bola entró, viniste tú
En fin, tengo visitas especiales
Nadie imagina que está aquí
él, sobretodo, y tú.
Dios, que no ha sido
invitado, pero se halla en todas partes
hace una señal de compasión que no le conocía.
La música también como él, dondequiera, entra
dulzona, y sale. Desentumece temas lumbagueados
en algún rincón…yo no se lo que me pasa, pero tengo un sentimiento.
Ella, señora en el umbral, me enternece el oído.
El perro queda afuera. La neblina y el amor
serán mejor que el verso aquel
si es que te llego yo a olvidar
mientras me incendio en tu canción
y en esa música. (*)

Bola posee el don de la ternuriedad, una especie de unión entre la piedad y la ternura, -digo yo-. Se presenta en cualquier parte, camina pegado a ti y no lo notas. Un espejo que no estaba y ahora está, te lo devuelve de pie, manos en la cadera, con su cabezota, balanceándola de un lado a otro como un péndulo, parece que te comprendiera. ¿Te marchas?, le preguntas ¿o llegaste? No responde, no es eso a lo que viene. Me tratas como ella, que no responde, como si una piedra se moviera del otro lado. No me perdona mi libertad. No me perdona mi poca paciencia para resistir el olvido. Para secarme como una ostra dentro del corazón de un perro. ¿O es que me ha hecho algo malo, y se muere de vergüenza? Hace un gesto extraño, de malabarista y un teclado se despliega encima del entorno oxigenado. Es parte de su yo. Una extensión de su cuerpo. No es el teclado, es su sonrisa. Vaya, hombre, cualquiera diría que de tus dientes sacas música. Y comienza a entonar esta canción:

Písale encima con el mouse, como si fuera con tu pie y verás el milagro.

Bola era de esos ángeles que, cuando le pateaban, de entre sus alas brotaba música.

Raysa White, 2009

(*) Ven, Bola, toca este piano y Cinco cuentos de amor y un adulterio forman parte del libro Debe ser que no supimos, de Raysa White Editorial Akerú Publicaciones, Ediciones 2004 y 2008.

REQUIEM PARA SOLÁS

Hay tristeza en el cine cubano, se ha ido uno de sus maestros. El escaló los cimientos más altos de un creador: convertir sus ideas en obras.

 

Fue el director de acontecimientos cinematográficos como Manuela (1966), su ópera prima; Cecilia, donde expresó su genialidad escenográfica y audaz sentido de la ambientación; Un hombre de éxito (1986), primer filme cubano nominado al Premio Oscar a la Mejor película en Lengua Extranjera y El siglo de las luces (1991), basada en un texto del escritor cubano Alejo Carpentier.

 

Cuando ellos construían esos enormes edificios del hoy tan respetado cine cubano, nosotros no éramos nadie. Tratábamos de ensamblar pedacitos de sueños con el instrumental de la imaginación, pero sin la pericia ni la preparación oficiosa del experto. Para los jóvenes que proveníamos de otros medios, la escuela era casi vouyerista: aprender con la mirada. Fijarnos en la composición de cada escena; qué se sentía al observar la iluminación de ese plano; examinar cómo fueron colocados los elementos escenográficos o la integración de la banda sonora en tal momento. Ellos eran nuestra escuela. Nos enseñaron a hacer cine a lo grande, porque en Cuba, aunque es pequeñita, todo lo queremos redimensionar.

 

Pienso que cada pueblo se parece a su Virgen. Digo esto porque, parece ser que nuestra santísima Vírgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba -a través de su energía sincretizada en Oshún, diosa yorubá- dotó a los cubanos de ese carácter amoroso, dulce, compasivo, pero también vanidoso; por eso cuando los cubanos hacemos algo, necesitamos hacerlo gigantográficamente, aunque no tengamos un centavo. Así hicimos el cine al orgullo cubano.

 

En los aciagos noventa, esa época en que pensamos que el mundo se nos venía encima, se aparejó a la caída económica, una elevación de la creatividad. Un ímpetu inventivo de encontrar salidas, de salvar, al menos, EL PROYECTO.

 

Y es cuando Solás propone crear un espacio para hacer cine con pocos recursos. A este espacio le llamó cine pobre, y gestionó el ya conocido Festival de Cine Pobre, cuya sede resultó ser Gibara, el pueblito donde se filmó Lucía, la película que lo catapultó. El término “cine pobre” nunca me agradó, me causaba cierto extrañamiento, porque el cine no se hace como la pintura. Los artistas plásticos inventaron en los sesenta el arte povera, la obra se armaba con materiales baratos o poco costosos y de cierto modo funcionó porque sólo se necesitaba añadir el talento y las manos del artista; pero el cine no comulga con la pobreza. Los recursos tecnológicos que se necesitan para levantar una imagen cinematográfica son costosos. El cine es un género que está relacionado con la solvencia, el bienestar. Sin recursos es bien difícil hacer un buen cine.

 

Alguna vez supuse que el proyecto de cine pobre fue una posición de dignidad del realizador cubano ante la inmovilidad de nuestro país y la pobreza mental y conductual de algunos funcionarios y especialistas del ICAIC. Fue, quizás, también la forma en que su temperamento romántico se expresó para favorecer un espacio a los nuevos realizadores, y hacer un cine que, sin ser propiamente contestatario, sirviera como universo crítico, cuestionador que es lo que depura y perfecciona los procesos.

 

Hoy pienso que fue el desafío de no entregarse, de sobrevivir y perpetuarse creando hasta el último momento, haciendo cine con su propia carne, con su libido, con la devoción y autofagia de sus células mentales, como una inmolación. De modo que es mejor celebrar su fuga, su violenta salida hacia lo eterno, y esperar atentos la señal de la claqueta, tomados de la mano, dejando a un lado nuestra rabia, el mórbido dolor del desespero. Con ese modo de golpear los molinos regresará convertido en un rayo, en el arco cenital de la lámpara que ilumine su próxima película: la de una Cuba nueva.

 

Leger, el “inventor” de máquinas

Por Raysa White

En arte, el siglo XX, se caracterizó por su mecanización y ruptura con todo tipo de tradiciones. Leger interpretó esta nueva era con abstracciones geométricas, trazos vigorosos y colores contrastantes.

 

Los sueños pueblan nuestra vida. Aún cuando se convierten en lugares comunes y soñar parece hasta ridículo, un buen sueño vale la pena de ser soñado.

 

Los artistas sobretodo viven de eso. Los pintores mucho, sobretodo porque como ven más que imaginar, sueñan. Y de estas escenas sacan los motivos de las suyas. Ha esto se le llamó surreal. Podría decirse una  subversión de lo real.

 

Fernand Leger pintaba, más que sueños, lo que para otros resultaba una obsesión. El mundo se había empezado a llenar de máquinas. El paisaje de otrora desaparecía para entregarnos un nuevo paisaje: moles cuadradas, trastopostásticas y corpulentas; adocenadas en diversas zonas obstruyendo el paso, aunque no fuese la intención.

 

En esos días, recién desmovilizado de la guerra, -la primera guerra mundial- se hizo amigo en Paris de dos grandes artistas, uno arquitecto y otro escritor y pintor. Eran nada menos que Le Corbusier y Ozenfant.  Entre largos cafés y anchos bulevares, debatieron los conceptos “puristas” de la creación artística, abogando por un “arte sano”. ¡Vaya que términos! ¿no? Un arte que reflejara el espíritu de la época. Leger se entusiasmó y con sus rectilíneas y trazos tubulares levantaba sobre la tela simulantes masas de acero y hormigón que daban cuerpo a la ciudad moderna.

 

Cada vez pintaba más máquinas, aunque no eran expresamente máquinas como las que conocemos. Las suyas eran otras muy diversas que recogían el sentir de un lugar, de un pensamiento y de una época. Por eso le llamaron “inventor” de las máquinas y retratista de la vida moderna. ¿Alguien recuerda haber visto La Ciudad, uno de sus cuadros más famosos? Como no paraba, y cada vez pintaba más y más obras con elementos industriales, dio pie a que le atribuyeran una estética: “la estética de la máquina”. 

 

Ese otro apego a crear ambientes lo hizo maestro de la escenografía, llegó hasta hacer una película, Ballet mécanique, cuyo decorado era, precisamente eso, ningún decorado.

 

Época maravillosa, cuestionadora; de aspiraciones y empuje. Todo está mal, hagámoslo bien. Bien es también diferente. Volteemos esto al revés y lo al revés pongámoslo al derecho. Se respira el morbo de la juventud. El impulso de la inexperiencia y la fe en la fuerza de la decisión. Se puede porque se quiere.

 

Cuando descubro lo que nos quiso mostrar con sus cuadros, sus piezas, sus diseños, ambientes decorados, con aquellas figuras y aquel modo de colocarlas en el espacio; cuando miro hasta donde llegó en sus afanes, creo identificarlo, a modo de retro, entre los bisoños jovenzuelos que despuntaban al siglo XX con el ímpetu del amanecer y los ojos resplandecientes, ávidos por meter la vida en ellos.  Moverse entre los asistentes a la famosa retrospectiva del Salón de Otoño, que tan vertiginosamente cambió los rumbos de la pintura. Bullía París, pues las ciudades tomaban más en serio los inicios de un siglo. Un mocetón español llamado Picasso, le pasó por el lado. Aún no se conocían. Alguien los presentó poco después.  Léger se suscribió al cubismo y pintó algunas composiciones. Y mucho abstracto. Era el furor de la época, cubismo y abstraccionismo, algunos artistas rusos se prendaron de su estilo, convirtiéndose en una importante influencia para el constructivismo.

 

Después marchó a los Estados Unidos, y llenó su artesa de acróbatas y ciclistas, pero no por mucho tiempo, pues su pintura cambió. También su pensamiento. Admiró a aquella clase obrera que veía bajar día por día a las fábricas. Cuerpos recios, continuos, obstinados. Los empezó a pintar tal como cual. Entonces se hizo el Leger realista de los años cincuenta.

 

Sucumbió como todos a la publicidad, y desplegó un arsenal de pósteres, digamos, carteles comerciales y cualquier tipo de arte aplicado, como vidrieras, mosaicos, cerámicas y diseño de escenografías. De hecho creó una fábrica de cerámica.

 

Fernand Leger. Me vino a la mente en estos días al ver pasar su cuadro El gran desfile (1954), hojeando una revista vieja de arte americano. El gran desfile, uno de sus últimos trabajos, hoy puede admirarse en el Museo Guggenheim, de Nueva York.

 

No han sido creadores, más bien titanes. Conquistaron la mente de los otros porque es lo que se admira del semejante, su dedicación y energía continuada en algún sueño, en alguna visión. ¡Qué modo de ser sinceros estos colosos modernos! ¿Modernos, dije? Consecuentes, tozudos, incesantes constructores. Los sueños terminan siendo nuestro ataque de originalidad. Llenar la realidad de nuestros sueños, que a la vez se llenaron de nuestra realidad. Uno a otra fabricándose: realidad y sueño. Un modo también de vivir y de inventarse.

 

La Habana, 1999. ©2002

 

 

 

 

Hillary Clinton: el triunfo mejor perdido

Hillary Clinton inició la carrera por la Presidencia de los Estados Unidos con una frase: «Estoy en la carrera y vengo para ganar». Y ganó. Moral y simbólicamente ella es la presidenta de los Estados Unidos, así lo prueba el voto popular. ¿Por qué no lo consiguió físicamente? Por dos razones: una técnica y otra histórica. La técnica tiene que ver con la sanción a los estados de Michigan y La Florida donde se fue de calle, como decimos los cubanos, pero le quitaron los votos; y Puerto Rico, donde arrasó, pero los votos no valen por ser un estado asociado.

La razón histórica es que Obama es negro. No es de racismo el asunto, propiamente. Se trata en esencia, de lo que el otro lee cuando lo mira. Porque el color de esa piel porta un signo de sufrimientos, siglos de abuso, crímenes sin aclarar, esclavitud, violaciones, segregación, trabajos forzados. Es, lo que por su color, la piel de Obama viene gritando –aún cuando él ni se ha enterado de ello.

Vivimos en una sociedad de valores aparenciales y la gente se equivoca con esto. Si nos detuviéramos, desprejuiciadamente, a estudiar la vida de cada uno, habría que reconocer que no se ha visto una rubia más negra que Hillary Clinton. Y de Obama no se puede decir ni viceversa, porque sus posiciones son bien ambiguas.

Pero dejando a un lado estas reflexiones, reconozco valores bien respetables en Hillary Clinton.

Pienso, por ejemplo, con respecto a Cuba, que Hillary fue sincera y prometió que en su gobierno haría todo lo posible para conseguir el cambio democrático en nuestro país, pero no se revolcó en el fango. Como no lo hizo tampoco cuando dijo que no votaría por el TLC a Colombia, sino se llegaba a un acuerdo con los sindicatos de ese país. Y en medio de su campaña hizo renunciar al jefe de la misma cuando supo que estaba relacionado con los intereses de Bush al respecto.

Obama, sin embargo, se sentó, en Miami, a comer con la Fundación Cubano Americana. ¿Qué hablaron? Sólo lo saben ellos. Pero la sonrisa de extremo a extremo no se le quita de su rostro desde ese día. ¡Tanto que queríamos a ese negro y se nos hizo pupú fuera de la taza!, dirán allá en La Habana. Lamentablemente los esquemas nos llevan a la tumba. No por ser negro se es justo, como no por ser pobre se es socialista. En este aspecto, nuestro amigo Marx patinó sobre la alfombra.

Hay un suceso, pienso, que dignifica a Hillary Clinton sobremanera: Cuando se le preguntó a Obama si estaría dispuesto a ser el Vice-presidente, en caso de ser ella la presidenta, su respuesta fue: No. Ahora se lo preguntaron a ella y su respuesta fue: «Estoy abierta a ello». Debemos preguntarnos sin pasión alguna: ¿Quién tiene mejores cualidades: él, que no aceptaría estar bajo el mando de una mujer? ¿O ella que no tiene a menos estar debajo de un negro?

Hillary Clinton ganó. No jugándole sucio a Obama como se comentó en los medios, sino jugando al duro. ¿Y quién no sabía que era un “pura sangre” quien iba a correr en esta pista? ¿Defraudó a alguien? ¿Hizo algo malo? En una competencia todo se vale, en tanto no se envenene al contrario o se le ponga un traspiés, -pues lo primero sería homicidio y lo segundo falta-. Ella no hizo ninguna de estas dos cosas.

¿Quién perdió? El pueblo norteamericano, porque sacan del carril a quien pudiera ser una de los mejores presidentes de los Estados Unidos. Con el gran defecto, claro está, de ser mujer.

Finalmente, debemos admitir que los negros han sufrido más que las mujeres. De modo que es muy bueno que un negro sea el presidente de los Estados Unidos. Dios lo ha querido así. Es su venganza o su justicia. ¿En qué capucha el Ku Klux Klan va a meter ahora su siniestra cabeza? ¿Se levantarán de sus tumbas aquellos ricachones blancos dueños de las plantaciones y lo dejarán terminar su mandato? Habría que verlo, puesto que Obama no está solo. Votaron por él la mayoría de los negros, lógicamente, y todas aquellas personas que quieren unos Estados Unidos diferente, que son numerosísimas en Norteamérica, lo cual prueba que no sólo en Cuba se necesitan cambios. Se necesitan cambios en el mundo entero.

En tanto, Hillary Clinton ha demostrado varias cosas. Entre ellas, que el lugar que tiene se lo ha ganado; dos, que a pesar de sus depredadores, parece ser una gran persona. Y tres, que la testosterona –esa hormona tan escasa en los últimos tiempos- no es privativa de los hombres. © 2008©

EL ENIGMA DE LAS RELACIONES

 

 

 

Por Raysa White

 

En un paquete de imágenes insólitas recibidas la semana pasada esta foto llamó mi atención. Como ven, la expresión del niño desborda una ternura que la reblandece. Y qué decir del semblante de ella quien cierra los ojos con dulce sumisión. Este, llamémosle “milagro”, se encuentra para mí bajo el dominio de la confianza.

 

Los padres de la confianza son la lealtad y el amor, pero la lealtad, que es llana, necesita también del conocimiento, que es el duende que baja a explorar las profundidades de los sentimientos. Confiar en el otro, cuánta fortaleza nos otorga y cuán frágil resulta cuando no se llega a un agudo dragado.     

 

Conocí a una serpiente semejante a esta -esbelta y elegante- que cuando se irritaba y tiraba de la cola podía causar la muerte. Como este niño, llegué a su corazón. Sólo con pasar mi mano por su cabeza, ella se echaba a mis pies. Creo que nunca he amado a un animal como amé a ese. Creo que él me amó a mí con la misma intensidad. Pero un día sin saber por qué ni cómo algo nos mató la confianza y nos convertimos en seres muy peligrosos porque veíamos una amenaza en cada acto nuestro o cada gesto.  

 

Quedó el amor vibrando como el cuerpo del ave al que cortan el cuello. Y la aflicción era tan grande que nos quemó. Para enfrentar el dolor tuve que reconstruir mi mente, lo que aún no he podido recuperar es mi capacidad de amar. Siento que me han dañado y no encuentro la cura. Ya no amo como antes, lo hago sin entrega, con una reserva que enturbia el modo en que me doy. Y el otro lo percibe.

 

Hace tiempo que no traigo animales a casa ni me quedo a dormir en la casa de ningún animal. Temo a algo desconocido, no sé si al vacío o a la desesperación. A veces he pensado regresar y decirle: extraño compartir mi pensamiento con alguien que me deje tomar su mano. Pero algo no me deja. Pensé que era el orgullo, hoy sé que es desconfianza.

 

Así y todo, hay una confianza que es difícil pierda, y es la confianza en Dios. Lo que me ocurre es que Dios se parece a la pared de mi cuarto. Eso es lo que veo cuando hablo con él. Y temo que algún día, por cualquiera de esas cosas que pasan, la pared se derrumbe, ya sea por un ciclón, un temblor o un bombazo, y Dios desaparezca envuelto en polvo o humo, entonces mi confianza se quede tan sola que se consuma lentamente.

 

Pasan los días de mi vida, y a veces entre tantos recuerdos, trato de adivinar quién pudo corromper un sentimiento tan sano. Roer nuestra confianza, ¡qué felonía! Mira bien estos rostros, el cepillito apretado, el mimo de su boca, la piel blanda que se dobla en el bote. Por mucho rencor que sientas, por mucho amargor que dejen en tu boca, no mates un amor como ese. No rompas nunca esa prodigiosa conexión. ©2008